Andrés Nicolás D'Alessandro cruza hasta el vesturario visitante y va a saludar a ex compañeros. O a mostrar a sus compatriotas argentinos su medalla de campeón. En la tribuna visitante le gritaban que era de la “B”. ¡Qué le puede importar al cabezón!
Comencemos desde el principio. O por lo menos desde que el chofer arrancó el micro. Así le dicen aquí en Buenos Aires. Ni bondi, ni cole.
Pequeña terminal de Avellaneda hasta el estadio Beira-Rio de Porto Alegre. En el medio, 27 (veintisiete) horas de viaje, entre -algunos- periodistas, azafatas, algunas fanáticas, borrachines y mucho aliento. Esperanza.
Los Azules contra los Rojos. En el partido de ida de la final de la Recopa Sudamericana, los Azules habían ganado 2 a 1. O sea, para que la dama y el caballero entiendan, los rojos debían meter más de un gol para dar la vuelta y quedarse con la fiesta.
Y así fue. Primer tiempo. Pum, pum, dos goles del delantero Rojo. Un negro que esa noche estaba iluminado. En el segundo tiempo los Azules se acordaron de que no hay que darle la pelota a los rivales y fueron a la carga.
Un defensor Azul que andaba por ahí hizo Pum y gol con gusto a esperanza. Pero todo quedó sepultado a minutos del final del partido cuando distracciones -de los que tienen que estár más atentos- hicieron que un delantero rojo quedara mano a mano con el arquero. Y este último no tuvo dudas: se lo llevó puesto al rival, a la pelota, al árbitro y por poco a sus familiares si estaban en la cancha.
Doce pasos. Penal y gol. Chau esperazanza Blue. La copa para el Rojo. Ah, el rojo es el Inter de Porto Alegre. El club Independiente de Avellaneda jugó con su camiseta alternativa Azul. Los brasileros con todo su respeto, y hasta algo de ingenuidad, derrotaron a la picardía Argentina.
El rey de copas deberá seguir esperando. Boquita se ríe. Y River… tiene sus propios problemas para fijarese en ajenos.
Estadio de Beira-Rio a Obelisco de Capital Federal. En el medio 23 (veintitrés) horas de viaje, entre periodistas, azafatas, las mismas fanáticas y borrachines. Todos recibidos de técnicos y con la esperanza partida a la mitad.