Una vez me llamaron 17 veces. En serio. |
En épocas donde la simple batería de un celular duraba
semanas enteras y las conversaciones -cara a cara- entre seres humanos eran
frecuentes, encontré mi teléfono móvil sobrecargado de llamadas perdidas y
enroscado de mensajes de texto. Ninguna respuesta.
Ranchillos es una comuna rural ubicada a 24 kilómetros de
San Miguel de Tucumán y pertenece al departamento de Cruz Alta. Con una
población de más de 5 mil habitantes, en el principio de los principios, todo
giraba alrededor del ingenio. Hoy, este lugar cobra realmente vida, para el
resto del mundo, gracias a sus carnavales.
Una sana costumbre tucumana es el uso y el abuso de las
cosas. Si en el universo el carnaval dura tres días, en Tucumán dura todo el
verano. Y el festejo de esta tradición se ha transformado en un culto en este
pequeño y misterioso pueblo.
Agrupaciones de música tropical de todo el país invaden el
escenario del club San Antonio de Ranchillos, terreno donde se realiza el
evento carnavalero. De todo tipo, gusto, religión y color; grupo tras grupo
hacen sonar sus timbales, y demás instrumentos. Y la hinchada sentencia y responde con fervor o
indiferencia a sus ídolos.
Mientras tanto, debajo del escenario el pueblo juega a
mojarse con agua, mancharse con pinturas, apretar el pomo y romperse
(literalmente) las vestimentas. Cualquier
parecido con una serie sobre zombis norteamericana es pura casualidad.
Qué rollo la ropa rota que se moja por el rocío. ¿Era rosa o
roja? No sé, pero estaba dentro de ese ropero de roble. Roque, mirá la roncha
que tengo en la rodilla, y bueno, ella solo quería tener un romance conmigo. En
mi rodado, que era como un rótulo, yo la tenía dura como una roca y le decía que
conocía Roma, pero era una enorme rosca.
Diario La Gaceta. Foto de Ines Quinteros Orio |
¡Ésta es para vos Oktoberfest! Un vaso de cerveza del tamaño
de un balde de pochoclos, de su cine predilecto, lo espera dentro de un domo que protege
todo el club. El contexto puede parecer una guerra, y hasta en algún punto lo
es, pero su vaso permanece inmaculado, con un aura celestial que impide todo
tipo de derrame o pérdida. No ingresa ningún producto externo, ni sale tampoco,
a menos que ud lo autorice empinando el codo.
Los expedientes secretos X: Ranchillos tuvo fama
internacional y fue tendencia en el ámbito fantasmagórico por una foto tomada
desde el escenario en dirección a la gente. Una imagen difusa dio vueltas por
todas partes hasta que, como siempre, conseguimos a un mexicano (Oxlack Castro)
que se encargó de hacer una investigación con argumentos que lograron convencer
a todos. Menos a mí.
El fantasma de Ranchillos. Aquí el video.
Una vez descripto este gran lugar donde todos los años
estamos invitados a vivir una experiencia única y hasta paranormal, puedo
compartir una pequeña historia.
Corría el año 2006, quizás. Un domingo de carnaval, el
cumpleaños de un amigo con la parrilla llena de humo. Alguna que otra bebida
para refrescar el paladar y el cuerpo. El calor tucumano es el gran enemigo de
la sed.
Famoso futbolista que lo agarraron infragranti en el baile. |
Una idea y una coincidencia: ¡Vamos a Ranchillos! Una
decisión unánime y el grupo partió hacia ese paraíso de color rojo -predominante-
en todo su decorado ¿Alguna vez respiraste carnaval? Aquí podes llevarte
gratuitamente las cantidades, de esa escasa fragancia, necesarias para todo un
año. Hasta el próximo.
¿Cuándo uno va al infierno debe avisar antes? Un par de
horas después de disfrutar del encanto del carnaval, cuando logramos salir de
ese mágico edén y regresar a la realidad virtual, lo primero que hice fue
revisar mi celular. Recuerden que por esos momentos no era indispensable llevar
el teléfono a todas partes. Cuando vi la pantalla (monocromática) que explotaba
de llamadas perdidas y mensajes inentendibles…
En total había diecisiete llamadas perdidas que
correspondían a un solo número y a una sola persona. No vale el caso ir a
etiquetar a esa novia que tan buenos recuerdos me dejó (?), pero si encontrar,
después de muchos años, una respuesta para saber por qué alguien llame a otro
alguien tantas (17) veces.
¿No era obvio que no tenía el celular conmigo? ¿Los ladrones
contestan las llamadas? ¿Tanto crédito tenía? ¿Los celulares se pierden o se
olvidan? ¿Por qué duraban tanto las baterías? ¿A las cuántas era denuncia por
acoso? ¿Se sabía mi número de memoria o tenía discado directo? ¿Habrá llamado a
mi mamá para saber de mí? ¿En mi casa no se preocupaban?
A pesar del paso del tiempo y varios carnavales encima, no
consigo responder ninguna de estas ni otras preguntas, un tanto más
interesantes, pero lo que sí puedo estar seguro es que me hubiera ahorrado toda
esta nota, quizás, si seguía un gran consejo que me dio mi papá: “Si vas al
infierno, mándame un mensaje de texto para que me quede tranquilo y sepa dónde
estás”.