Pasen y lean. |
Es trascendental saber que para abrir las puertas de este hermoso país hay que hacer lo contrario a lo que uno está acostumbrado. Imaginen estar parados frente a la entrada de casa, con la llave en nuestra mano izquierda o derecha (dependiendo el pensamiento), el siguiente acto sería introducir el metal en la cerradura y girarla, justo en ese juego de muñeca no le hagan caso a su cabeza y giren su mano para el otro lado. El lado cubano.
“Sobre el mapa de este mundo
Y desde lo profundo de mi corazón siento nostalgia,
Una extraña sensación como añoranza
De esta distancia
Que se interpone.
Que regresaré bien se supone
Y eso me pone el hombre más feliz por un segundo”.
Y desde lo profundo de mi corazón siento nostalgia,
Una extraña sensación como añoranza
De esta distancia
Que se interpone.
Que regresaré bien se supone
Y eso me pone el hombre más feliz por un segundo”.
“Hemos fracasado los dos. Cuando nos quitemos las caretas, seremos enemigos frente a frente” El Che Guevara.
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Lo primero que hay que sacar es el pasaje, luego los
prejuicios. Una vez realizada la tarea asignada podemos comenzar… ¿muy difícil
dejar a un lado esa mochila pesada y llena de prejuicios, verdad?
Todo lo aprendido durante nuestra enseñanza primaria y
secundaria correrla hacia un costado de nuestros pensamientos. Aquél tío, fanático
del vino, que nos contaba sus teorías incomprobables de conspiraciones
intergalácticas, llevarlas al tacho de la basura. Y taparse los oídos al que
nos cuente su experiencia espectacular arriba de un all inclusive.
Cada uno tiene que tratar de formar su propia opinión
escuchando, leyendo, sintiendo, pero sobre todo caminando por donde se visita.
Teniendo en cuenta que esa opinión está determinada por un contexto actual y
una historia, que en algunos casos, está muy latente. Uno es visitante, está en
un ambiente ajeno y turisteando (próxima palabra aprobada por la RAE.ES).
El amor después del amor, después del amor, que tienen por Lío Messi. |
Como si fuera un jugador de fútbol profesional salí del
largo túnel que conecta los vestuarios del estadio al verde césped, aquí, al
terminar el recorrido, me encontraría con el aeropuerto Internacional “José
Martí” de La Habana. Como todo aeropuerto el comienzo y final de todo sueño.
No aguanté la tentación y tomé un trago de prejuicios. Pensé
automáticamente que al pisar terreno comunista iban a llover ofrecimientos de
taxi, alojamiento, habanos, rones y excursiones. Mi barba iba a crecer como la
del Náufrago y quizás firmar autógrafos y hasta algunas fotos.
La escena hollywoodense de mi cabeza era desestimada por la
normalidad de cualquier aeropuerto: carteles con nombres extraños (que pasan
desapercibidos) y gente que ofrecía taxis y autos de alquiler.
El cubano hace
mucha diferencia económica trabajando con turistas, sabiendo esto y para no llegar
a molestarme, opté por un “no” firme, ante una tentativa de venta, que me
sirvió para toda la estadía. Así nunca me sentí invadido o con la obligación de
tener que comprar algo.
Joya, nunca. |
Podía empezar por contarles que lo que más me llamó la atención, al aterrizar en La Habana, fueron las medias negras de encaje que forman parte del uniforme de las autoridades femeninas de seguridad del aeropuerto. Dignas de cualquier obra de Botero y parte de una bienvenida muy calurosa.
Esa misma tarde jugaban Barcelona y Real Madrid, con todo un pueblo paralizado en la espera de que dos jugadores, uno de ellos argentino, hagan que sus corazones estallen de emoción. Bueno, no sé si para tanto, pero en los días posteriores al partido entendería la pasión que tienen por este deporte: no había otro tema de conversación en las calles, no se hablaba de otra cosa.
El paseo desde el aeropuerto hasta donde me alojaba, luego
de reiterados intentos fallidos por regatear el taxi, fue en cámara lenta. Las
calles, los autos, las viviendas, las personas, los semáforos, los perros, los
árboles, todos los cuadros por segundos circulaban por mis ojos y mi cerebro en
un tiempo Riquelmista. No, no había fumado nada.
El callejón de Hamel - La Habana. |
En Cuba siempre es hoy. No se piensa en el mañana, lo
importante es el día de hoy que hay que resolverlo y de la mejor manera posible.
Teniendo en cuenta que temas como salud, educación, seguridad y alimentación
están bastante desarrollados y no son una problemática cotidiana quizás es un
poco más fácil vivir en esta isla sin progresos… ¿verdad?
Los amigos de UNICEF nos avisan que Cuba es el único país
sin desnutrición infantil de américa latina y de centro américa. Sin desnutrición
infantil, tres palabras. Saliendo de las zonas turísticas y caminando por la
capital pude sentir que la comida no falta, seguramente no sobra. Muy difícil o
casi imposible es que vean a niños pidiendo por las calles y menos que menos
que encuentren a un menor trabajando.
Hasta el 2010 Cuba era el lugar en el mundo con mayor tasa
de matrículas universitarias (el periodista no encontró datos más actuales)
según la UNESCO, lo que nos habla del alto nivel de educación y cultural de sus
habitantes. Con este dato podemos crear un hermoso debate sobre las personas
que terminan una carrera y se dedican al turismo para ganar más dinero, por
ejemplo, pero no me hablen de esperanzas vagas que yo estudié comunicación y tengo
un trabajo administrativo. Para ganar más dinero.
Camino desde Trinidad a playa Ancón (12 km). En bici, salí tercero en la carrera. |
Recorrí ciudades de toda de América del sur. Esa maldita
sensación de inseguridad siempre la pude encontrar en algún momento de todos
esos viajes, ya sea por algo real que este sucediendo, por algo que podría
llegar a suceder asociando contextos y lugares comunes o simplemente por
opiniones de gente del lugar. Aquí todo esto no existe.
No hay inseguridad, por lo menos es lo que puedo transmitir en
la época que estuve: caminé y me metí por zonas en las que los turistas no
transitan, caminé y me metí por zonas en las que los cubanos no transitan,
caminé y me perdí muchas veces. Era común recibir miradas curiosas y gente que
se acercaba a charlar, ofrecerte habanos o preguntarte de que dónde era.
Escritor, periodista. Se divorció varias veces y con problemas de bebida.
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Una noche buscando el regreso a home, luego de una histórica
degustación de ron, un señor me preguntó por las zapatillas que tenía puesta,
me dijo que eran la última moda y nos quedamos hablando por un rato. No hubo
miedo, ni intención de querer pedirme algo, era solo la curiosidad y las ganas
de compartir una conversación. No me pidió ni el número de teléfono.
Forma parte del ADN cubano generar mucha confianza y
seguridad. Lo que hay que tener en cuenta y ser pícaros cuando este tiene
alguna intención de ofrecerte algo (en la mayoría de los casos habanos) pero si
está claro que no se trata de una transacción, se puede recibir mucha ayuda.
Pescado, birra y béisbol. |
Puedo dar fe que en Cuba yo vi a la felicidad. Imaginen a
una señora bien culona, con una remera de estampados fucsia llena de flores,
color de piel café con leche con tres medialunas, dos bolsas en una mano y una
cartera del año del jopo en la otra. Un poco de transpiración en su rostro y
una gran apertura en su boca con una sonrisa de oreja a oreja que nos deja ver,
además de todos los dientes y encías incluidas, la felicidad de vivir solo el
momento.
“La historia me absolverá” Fidel Castro.
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Parando un poco la oreja y caminando por las calles te das
cuenta que el cubano, en su arte por conversar, te envuelve con sus cuentos,
sabe de la realidad del mundo, y especialmente sobre la latina. Así tuve la
suerte de conocer muchas historias y que esas historias me conozcan a mí.
“Sin casa propia, un hombre no existe”, ese cross a la
mandíbula me tiraba un ex boxeador -su nariz lo delataba- mientras escuchábamos
a un grupo que interpretaba canciones clásicas de salsa en el patio interior
del Hotel Nacional. Este nuevo amigo y su prima a los diez minutos de charla ya
me invitaban a comer y a conocer a su familia. Este muchacho dejó el deporte de
golpes para dedicarse a ser Chef, el cuadrilátero por la cacerola.
“Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”. Carta de despedida del Che.
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Algo de razón tenía el centroamericano, hay muchos edificios que están en ruina, otros en un largo y lento proceso de restauración. Yo lo viví a todo como un gran museo. No solo las estructuras y construcciones quedadas en el tiempo, también lo llamativo está en los autos que son reliquias andantes salidas de una película de los años 50. Los de mejor estado se usan para paseos turísticos y los más decadentes se usan como taxis compartidos.
“Culpa tuya se instauró el comunismo” me acusaba, al
escuchar mi acento argentino, un cubano que vivía en EEUU y venía de vacaciones
a conocer su propio lugar de nacimiento. Solo pude contestar con una gran
sonrisa, no estaba en condiciones de tener un debate sin conocer un poco de su
vida y el tiempo jugaba a ser mi enemigo.
O mi cara. |
La alternativa al hotel es buscar una casa particular para alojarse.
Repartidas en puntos estratégicos y muy bien identificadas por un cartel en su
entrada. Como medida para incentivar un turismo más económico y salida laboral
para el cubano, cada familia puede, cumpliendo ciertos requisitos en su hogar y
aportando lo correspondiente al estado, tener una habitación en la cual
hospedar a un turista y sacar un buen rédito económico.
Con un precio estándar en todas las ciudades que recorrí, la
mejor forma de conocer Cuba es dormir en estas casas. Tuve la suerte de conocer
varias familias y ser un integrante más por varios días, en especial en La
Habana donde el cariño, la amabilidad y el cuidado que recibí fueron realmente
increíble. Hasta se preocupaban si conseguía novia o por mi paradero si me
demoraba en regresar al departamento.
Mi selfie con José Martí. |
Diferente a otros países, y al nuestro en especial, no vi
afiches o carteles pegados en las paredes de las ciudades con propagandas
políticas. Si pintadas en muchísimas paredes con frases o los rostros conocidos
de Fidel, El Che y Camilo Cienfuegos. A no olvidarse de José Martí, que fue
para ellos el emblema más grande de todos. Monumentos de estos próceres cubren
espacios públicos en cada rincón de la nación.
Tan colonial como turística: Trinidad. |
Ir caminando por cualquier calle, de cualquier ciudad, de
cualquier tierra y chocar con cualquier persona por estar prestando atención al
teléfono móvil, y no al mundo exterior, es una situación muy frecuente y
cotidiana.
Si bien en Cuba los celulares todavía no forman parte del
cuerpo, como una extensión más del brazo, se puede ver en todas las veredas
distintos conjuntos de personas agrupadas: intercambiando opiniones,
discutiendo, elevando el tono de voz, riendo, haciendo distintas caras o
emoticones y expresando sus sentimientos públicamente. Nunca había visto tantos
y diversos grupos de whatsApp en carne viva.
Rey de la salsa. Boloñesa. |
No buscar
internet durante todo el viaje fue una decisión personal y que el contexto cubano
ayudó. Si bien existen los cybers y en algunos sitios hay wi fi, determiné que
no iba a ser necesaria la comunicación virtual con el universo superficial (?).
Con algún que otro mensaje de texto a mi familia era suficiente para dar
señales de vida en esta parte del continente.
Al principio fue extraño no tener un celular con quien
conversar, volver a ser un ser social no es algo que me cueste demasiado, pero
uno necesita un empujón de esos que la soledad nos regala para integrarse
rápidamente a la sociedad. El teléfono se transformó en un despertador
común y corriente. Pasé la barrera de
los doce días sin internet, quizás entré al libro Guinness.
Yo fui a las playas de Varaderos. Es remera. |
Otro patria donde no encuentro a la mujer de mi vida, aunque
me llamó la atención cruzarme con un par de mujeres con sombras poderosas de
bigotes a lo Frida Kahlo, que puede ser una moda muy particular que corre el
riesgo de viralizarse por todo Latinoamérica. Por momentos sentí que volvía al
pasado y estaba en un banco de mi colegio primario y esos bigotes eran de mis
compañeras de clase. Que les mando un beso grande.
El tabaco se vende en un 90% al estado y el resto queda al propietario para vender de manera particular.
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Algunos se quedarán con la imagen de un país quedado en el
tiempo y sin progresos, donde todos ganan el mismo sueldo y el pueblo no se
puede comprar un par zapatillas Nike. Y menos tener un celular con acceso a
internet ni redes sociales. Yo me quedo con la felicidad cubana, la pizza
callejera más rica y barata del mundo, el valor de la palabra, la confianza
ciega y la amabilidad de todos. Un lugar donde la seguridad, la educación y la
salud son pilares antes que nada.
Cada viaje nos regala una opinión según la experiencia que
vivamos, mientras más lejano estemos del hotel cinco estrellas all inclusive,
más cercana a la realidad vamos a estar. Y de eso se trata viajar, conocer
otras escenarios, poder disfrutarlos, llegar a mimetizarse con ese contexto y
tocar el cielo con las manos cuando te confunden con alguien del lugar: “¿Amigo
tu eres cubano?”.
“La libertad
cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a
comprarla por su precio”. José Martí.
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Las realidades pueden cambiar y el ojo con las que la vemos
también, durante mi viaje llegó el primer avión directo desde Nueva York con
destino La Habana, estos primeros acercamientos quizás pueden cambiar un poco
el futuro de la isla. Lo que nunca va a cambiar va a ser su pasado.
Con toda seguridad y aunque no sean compartidas las ideologías,
los métodos, el accionar o lo que fuese, si no se hubiera producido la
revolución cubana, hoy este país se encontraría monopolizado totalmente por
Estados Unidos. Gracias a esos revolucionarios que lucharon por romper con el
imperialismo que se venía gestando y que lo lograron hacer a tiempo.