Ubicada a menos de 40 kilómetros de Mar del Plata “La Ciudad de Los Niños” o Miramar, su nombre de cartelera, fue sede de la mayoría de mis vacaciones a lo largo de mis 25 años de vida. Y en un año (anterior) lleno de viajes, no podía faltar este lugar en mi agenda.
Sin pensarlo mucho me fui a pasar año nuevo con mis padres, que ya se encontraban en esta bella ciudad de la costa Argentina. Entre abrazos, besos y burbujas de -varios- espumantes me recibió el 2012. Alejado de mi Tucumán, pero cerca de mis viejos.
Fueron unos días de sol y de vida de hijo que vuelve de la guerra: comida lista, ropa limpia y hasta llegue a pedir dinero. Pero la capital me llamó de nuevo.
En realidad no sonó el celular, me vine, pero en una balanza entre esperar algún llamado de trabajo en Buenos Aires y esperarlo en Miramar no lo dudé mucho.
Con mi compadre Juancho unos días, y luego sólo con mis progenitores se alargaron las vacaciones por todo enero. Salidas nocturnas con un grupo de abstemios de Tucumán + hijo único, son las vacaciones soñadas. Caradura el escritor.
La llegada de mi gran amigo Ro y su novia fueron la tapa de la rosca. Las estrellas y el avistamiento de objetos movedizos en el firmamento innovaron un fernet en petróleo.
Sol, arena, anteojos, bronceador, bikinis, niñas no tan niñas, familia y amigos hicieron de un (nuevo) gran verano en Miramar. Cuando tenía 8 meses fue mi primera visita y ahora a los 25 años me divierto y no me canso de esta hermosa ciudad.
Y colorín colorado, me vuelvo a Buenos Aires a esperar algún llamado (de trabajo).
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