Somos un número

sábado, 15 de junio de 2013

Hoy es el día




Hoy es el día, sí. Los chicos son ansiosos, todos lo sabemos. Quieren todo ya. Y eso le va a dar el Rojo a sus hijitos de rosing. El padre le va a dar este regalo a su hijo. No hay mayor logro para un hincha de rosing que una desgracia del frente. Es historia, ellos festejan nuestras derrotas. Gracias a Dios(?) tenemos una historia tan, pero tan grande y distinta que ahora nos toca empezar a devolver.

Y sí, devolverle a quienes están más pendientes de nosotros. A quiénes más saben y se preocupan por nosotros. Le vamos a dar lo que ellos tanto desean, hoy es el día. Hoy tendrán lo que los hace felices. Es lo más justo.
Pero el hijo mal aprendido no cambia. Se le enseñó por décadas y décadas como se debía jugar, ganar y festejar. Una a una las copas fueron desfilando por la vereda de enfrente y el hijo, testarudo, no aprendió.

Y eso que le dimos la enseñanza de su vida: El 22 de diciembre de 1983 el Rojo salió campeón ganándole a rosing por dos (2) a cero (0) y ellos se fueron al descenso. ¿Se entiende eso? Vuelta en tu cara y a la “B” TE FUISTE.

No, parece que no se entendió porque le damos la gran posibilidad de su historia y no la están aprovechando. ¿Ni eso pueden hacer bien?
La culpa de todo siempre la tiene la dirigencia pasada, el técnico pasado por los jugadores y todo lo que pasó antes que se refleja en lo de hoy. ¿Quizás ese partido en 1983 es el culpable de esta situación del glorioso Independiente? No, les ganamos tanto que por un partido no puede ser.

Hoy, seguro, nos vamos hijo. Hoy es el día o puede ser la semana que viene, quién dice la esperanza es lo último que se pierde ¿no?

martes, 23 de abril de 2013

Un lugar llamado Praia do Rosa


  
Música electrónica a todo volumen, paradores repletos y a esperar un largo turno para pedir algo de beber. Buscar un pequeño lugar donde clavar la sombrilla (sin lastimar a nadie) y que el mar te preste un poquito de esa ola, sin tropezar con otro argentino, que está empujando entre medio de la multitud. Bolsas, pañales, colillas de cigarrillos, papeles tirados y demás basura desparramadas por la playa. No, ese no es el lugar que les quiero contar.


Arena color pimienta blanca, un par de mujeres y hombres -desfilando- con tablas de surf en sus manos, un mar picado, hielo, lima y caipirinha para un lado. Una laguna mansa en el centro. Un par de argentinos pálidos tomando sol, un vendedor ambulante con su POSNET inalámbrico y una conservadora llena de latitas de cerveza, para el otro lado.
Ahora si estamos hablando en castellano (?). Ubicada a unos 70 kilómetros al sur de Florianópolis y conocida como una de las bahías más lindas del país: Praia do Rosa es el lugar donde pude pasar mis merecidas vacaciones. Un pueblito bien reggae con una playa en forma de herradura, vení.

¿Cómo llegamos aquí? Luego de jugar al TE-TE-TI más la info y los comentarios que recolectamos de internet llegamos a la conclusión que este sería el destino elegido. Ya comienzo a relatar un tanto en plural porque a esta aventura no fui solo.  

Seis (6) almas emprendían el viaje, la mitad ya había tenido una hermosa experiencia vacacional junta. La otra mitad, eran los vírgenes que rápidamente se tenían que adaptar. Y a fuerza de más de treinta y seis (36) horas de viaje se fusionó el equipo.
Como no existe un único medio de transporte que te deje en la playa, tuvimos que tomarnos varias historias para poder llegar a Praia do Rosa. Elegimos una casa, no nos gustó por la humedad y nos mudamos a otra de dos pisos, con hamaca paraguaya y todo. La dueña se llama o llamaba Guillermina, la extraño mucho y espero lea esto que le dedico.

Fuera de temporada significa que Ud no tiene que hacer cola, formar fila o columna para nada. A los porteños (no) les gusta eso. Mudarse de casa, ir al supermercado, comer afuera, tomar algo en un bar, tirarse en la beach a tomar sol, asaltar los negocios con la tarjeta de débito… para nada hay que esperar.
Ahora al que busca joda, fiesta y descontrol nocturno siga participando porque en este sitio no lo va a encontrar. Como lo canta Vinicius de Moraes en su famosa canción Felicidad: “Tudo se acabar na quarta-feira”. Y es así, en las playas de Brasil todo se calma cuando termina el carnaval. Y hasta el año que viene.
“Beleza Pura” era el único barcito que abría hasta las dos (2) de la mañana. Y se transformó en el punto de varias noches de tragos largos o de largos tragos, que en fin, da igual. Un boliche con mucha onda para los sábados y la casa que nos alquiló “La” Guille. De eso se trataba el día cuando ya estaba oscuro.

Una madrugada las estrellas nos iluminaron en la arena. No hacía falta ningún celular ni nada que se le parezca (me encanta decir esa frase). Sólo la luna que se encargaba de darnos toda la luz necesaria para poder hacer una buena medida de fernet y disfrutar de una playa para nosotros. Bue… había una pareja o dos sombras en movimiento, pero nadie más.
Este paraíso tiene que tener un punto negativo o algo que se le pueda criticar. Nada ni nadie es perfecto ¿no? El camino hacia el mar. Tema de debate. La distancia entre el pueblito y la playa no quedaba cerca y para llegar había atravesar el “morro”.

El “morro”, para los brasileros, es como una lomada o montañita, una cosa así, que hay que atravesar y que no es cerca. A pesar que el camino estaba marcado y había varias opciones para llegar, teníamos que caminar bastante. Mucho verde, subidas y bajadas. Consejo: No recomendable llevar la conservadora muy llena.
Este párrafo lo guardé para contar que parte de las vacaciones estuve con un oído tapado (de historias) según mis cálculos al 60%, pero aburre y me da verguenza publicar este tipo de cosas. Tampoco voy a quedar como un chef y publicar fotos de todas las cenas que cociné para todo el grupo.

Y así fueron pasando los hermosos días (algunos con lluvia y mucha caminata) dándome un lujo más en esta vida que me permite, otra vez, viajar para poder conocer nuevos lugares, personas y culturas distintas. Cada viaje te llena de “ese algo” muy difícil de explicar, pero fácil de ponerlo en la práctica: Y es tener la mochila siempre lista.














viernes, 1 de febrero de 2013

Debate de un escritor


 
Buenos Aires, Argentina. El caminante venía con su nota escrita en las paredes de sus neuronas, listas para ser desplegadas en páginas de una red –dónde no pueden ponerse amarillas-. Toda una nota terminada, digo. Toda.
Y REdepente… ¡Paren las rotativas! Un evento de mayor trascendencia, para quien les escribe, hace que la película se detenga y comience el debate. ¿Qué hacer? ¿Qué escribir? Dos temas distintos, dos experiencias paranormales que merecen ser transmitidas. ¿Tendrán un hilo conector? Eso lo veremos ahora.

Una mañana distinta. Me levanté temprano en mi día de descanso, no salí la noche anterior, por lo que mi cuerpo se encontraba fresco como una naranja recién robada del patio del vecino, el tiempo decía lo contrario: más de 35 grados. Arriba de la cama.

Mientras hacía un repaso por mi red preferida Twitter vi una noticia que paralizó mi estado emocional: “Volcó un camión de fernet en Av. Libertador”. ¿Algo más podía pedir? Sí, la gente se lleva las botellas intactas. Una bomba para poder escribir una entrada para mi blog. Más que una nota, era un sueño cumplido.


Fui a cortarme el pelo y en el camino la nota ya empezaba a escribirse solita. Ella ya tenía nombre, pancita, dedicatoria y chistes sobre lo ocurrido. Siempre citando la fuente ¿no? Quizás robaba las fotos…
¿Pero qué es lo que pasó? Eh ahí el hilo conector del que les decía. Volviendo a casa con mi nuevo corte y mi chuequera característica, siento que alguien me toma del brazo. Me detengo, autógrafos no, por favor, hace mucho calor. Todo lo contrario.

Un oficial de la policía me frenaba, con respeto y me pedía si podía detenerme un momento. Sí, como no. Un señor se acercaba con tono de voz simulando paz, pero movimientos y signos físicos de mucho deterioro. Le temblaba todo.

Policía, señor acusador y yo… el chorro. Este señor de unos 65 pirulos me acusaba que la semana pasada, por el barrio de Congreso, a la salida del supermercado, le había robado sus pertenencias. Con la tranquilidad que me caracteriza + un poco de risas, le dije que estaba confundido.
 

El policía me pidió documentos y “aaaa paaaarar…” a ninguna parte. Conversamos un poco, el policía se puso de mi lado. El señor estaba ciego en su causa, y agregaba a su alegato que yo había estado acompañado de una señorita en el acto. Ahí el juez tendría una a mi favor. Hace mucho que no ando acompañado. Uno a cero.

Le dije dónde vivía, dónde trabajaba, que me busque cuando quiera. Insisto, me sorprendió mi tranquilidad. A lo que el oficial empezó a enojarse con el “tembleque” ya que si me acusaba tendríamos que ir a declarar y si todo era una equivocación (¿?) yo podía tomar medidas… de fernet, claro. Dos a cero.

En el show tomé la delantera y comencé a interrogar yo al señor acusador, quién era y que le parecía parar a un pobre trabajador, en la calle, para decirle que le había robado. Vamos a la comisaría, no tenía problemas.

Bueno, en realidad me preocupaba la nota del fernet que ya se imprimía en mi cabeza y la siesta que me iba pegar. El señor se disculpó, aclaró que no íbamos a ir a la comisaria y el policía me dijo que vaya nomás a casa. Tres a cero.


El debate del escritor entre el fernet, un policía, San Chorro, el señor acusador y Alvarito No está en Casa terminó. Y espero que les haya gustado. Sólo pueden pararme en la calle, desde ahora, para acusarme de tomar uno que otro Branca extra. Nada más. Y si hay un doble mío por ahí sacando pertenecías ajenas, debería por lo menos darme la mitad del botín o estar más atento a las noticias de los camiones.

 

Foto del Diario La Razón y del google.