“Eh chango este mar es más trucho, no tiene olas”.
Mientras un niñito da vueltas por este gran colectivo envuelto en salvavidas, una madre pone cara de culo y lo espera. Una voz suena fuerte y puedo informarles que estamos viajando a 11 nudos y en 3 horas tocamos suelo Uruguayo. María Veliz, Jefa de cabina. La chofer.
El único nudo que yo conocía hasta entonces era el de la zapatilla. Dormí como 1 hora y el buque no se detuvo. A dos asientos un señor me mira cuando escribo en mi minúscula agendita. El escritor no se pone nervioso y continúa.
Me acerqué a los grandes ventanales y el piso se movió bastante, se lo conoce también como “un poco mareado”. Mi cara igual no cambió, me hice el que no pasó nada y volví lentamente a mi asiento. Cualquiera de estos reclinables -extrañamente- no están numerados. Uno se puede sentar donde quiera. Esta regla por lo menos rige en clase turista…
Tierra firme y me pongo en el papel de Joaquín Sabina para citar una pequeña parte de una de sus obras maestras: “ojalá que estuvieras(n) conmigo en el río de la plata”.
Estamos con vos :)
ResponderEliminar¡Gracias!
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