Corría noviembre del 2011 y decidí venir a buscar trabajo a Buenos Aires. Sin saludar mucho y con el pasaje de ida y vuelta (abierto).
El país decidía quien iba a ser la presidenta y yo decidía mi destino. Como siempre encaprichado. Cada cual tiene el poder, en el voto, para ejercer la verdadera democracia, así también como tiene en su mano un pasaje para ejercer su nuevo rumbo (a).
Un amigo me abría las puertas de su semipiso en el popular y prestigioso barrio de Balvanera: la Viamonte House´ o más conocida como “La Bati” sería el lugar donde iba a vivir y todavía lo hago. Un gesto que nunca voy a olvidar- en mi vida- del querido Juan Nazar.
La búsqueda de trabajo empezó muy light pensando que al tener el título bajo el brazo sería cuestión de días. Y no fue así. Los días se transformaron semanas y meses. Muchas horas en los cyber mandando Curriculum y tirando por todos lados.
Enero me llevó a la costa a visitar a mis papases y volver a ser el niño mimado. Sol, playa, amigos, salidas nocturnas y más cyber. De laburo, nada.
Febrero llegó con muy poco dinero bajo el brazo y con un dolor de estómago que fue más fuerte de lo que creíamos. Chau apéndice, experiencias si las hay. Los Nazar, amigos y familia presente. De laburo, ni hablar.
Marzo traería sólo monedas en una bolsa y una tarjeta de crédito para las compras en el súper. La preocupación ya no era trabajar de lo mío, sino trabajar o… ¿pegar la vuelta? Así dice la canción de Daniel “El tano” Agostini.
“¿Quién me ha robado el mes de abril?”. Este sería el mes en que conseguiría laburo. La empresa de celular de Susana, y de otros famosos, me daría la oportunidad de poder ser rico nuevamente. Como siempre. El dinero, el maldito dinero.
Desde abril hasta noviembre el tiempo pasó literalmente volando. Los responsables fueron increíbles personajes denominados compañeros de trabajo, que hacen que esas DIEZ (10) horas laborales pasen entre bromas, chistes y cargadas. En su mayoría al tucumano que escribe. Varios ya van pasando ese límite de compa para ser amigos.
Esos mismos que quieren que deje de hablar como Tucumano y que no lo van a conseguir nunca (más) lograron que la tecnología me consuma y me deshumanice al comprarme un celular con eso de la Internet, vithe. Obligado me llevan a cortarme el pelo y a comprar ropa con “onda”. Piano a piano me quieren cambiar, pero no lo van a conseguir. Culiau.
La música. La música toma un capítulo extenso, aquí en 3 líneas, en esta parte de mi vida. En todo momento que puedo estoy escuchando canciones. Menos en inglé compadre, bandas nuevas, poco conocidas, otras viejas y hartas comerciales me hacen llevar el día y la noche con una sonrisa en la cara.
Sacarle el jugo a los recitales que fui y que voy a seguir asistiendo, a lo largo del tiempo que viva en Buenos Aires, es mi hobby. Desde percusión hasta cumbia colombiana. A todos, siempre presente. Sólo o con buena compañía.
Noviembre me dio paz y tranquilidad cuando pude -al fin- ir a Tucumán y saber que las cosas marchan bien, que está todo bien. Con mi cuarto sin mi televisor, menos ropa, ausencia de mi PLAY II, pero todo sigue. La familia y los amigos del alma van a estar. No importa que Alvarito no esté en casa.
No me puedo olvidar que a lo largo de todo el año y (Walter) pico en momentos de recaídas o de extrañitis aguda tuve la gracias del señor de poder recibir visitas de amigos y de mi hermana, que me hicieron juntar fuerza para no aflojar con la decisión que tomé y que sigo apostando día a día. Tampoco dejar de nombrar que algunas de esas visitas vinieron del exterior y que me llenaron de alegría los recuerdos.
Ese estúpido celular o el que lo maneja, me hicieron crear una adicción al twitter en donde descargo toda mi catarsis diaria y si me siguen, podrán entretenerse con divertidos episodios llenos de mucho show y juegos como el de la Favorita.
Un año en el que me di cuenta que soy un crack cocinando y en el que, todo lo contrario, no entiendo a la especie femenina “porteña”. Y por eso, sigo eligiendo con pasaporte (EXT) por ahora. Todo se puede dar vuelta como una media.
Para este año nuevo voy a escribir en un papel, como me enseñó un amigo, los deseos que quiero y que seguramente van a tener que ver con conseguir un trabajo de mi carrera y quizás estudiar algo de percusión. Poder acompañar a mi Rojo y Dekano querido cuando los tiempos me lo permitan. Y seguir manejándome. Lo de siempre, para siempre.
El país voto a Cristina guste a quien le guste y yo me vine a vivir a Buenos Aires, habrá que esperar a las próximas elecciones para ver como sigue la historia. Mientras se decide día a día lo que uno quiere para su vida.