Somos un número

viernes, 28 de octubre de 2011

Palabras más que palabras



 Para los vencedores y vencidos, ganadores y kongueros. Las frases, cuentos, y demás historietas que en mi escasa memoria y en mi anotador incansable llegaron a dejar una huella. Por favor agregar las que Ud. recuerde y hagamos de esto un manantial de historias:
“Al viaje solo traje una bombacha” Mi amiga Ximenita. Ella pensaba que bombacha era una campera, chamarra ¿algo así Xime? Venganza por la vuelta en Bogotá.
“Seguro que la arepa de tu mamá es más rica que la de la calle”. Yo, hablando de una comida típica de Colombia. En ese tono esa palabra significa paloma, órgano reproductor femenino o vagina como quieran llamarle. Se cagó de risa todo Bogotá de eso.
“Vamos dormir”. Si te dice esto una Brasilera, no te comas el cuento que te está invitando a dormir. Te está diciendo que ella solita, se va a dormir. Lu.
“Quero ter dinheiro para no pensar en dinheiro”. Vitor, de San Paulo.
En medio de la calle principal de Montevideo escuchar a un loquito a full con los Wachiturros… no tiene precio.
Los problemas de liquidez de mi amigo Cesar el Español, verdaderamente, no tienen precio.
La música Cubana con las que Mariana (Montevideo) me despertaba muchas mañanas, no tienen precio.
Qué todo el hostel tome vino con sprite… no tienen precio.
“Los goleadores son así Fabbri...no la tocan, pero cuando la tocan te la mandan a guardar". Como diría Walter Nelson.

Hacerse el caballero haciendo un vaso de fernet para una dama y que esta te lo devuelva (Serví en serio)… no tiene precio.
Escuchar los Pibes Chorros y traducir la letra al portugués, por quien les escribe… no tiene precio.
“Ta”. Por todos los uruguayos.
“Hay algo peor que un abogado, un abogado Argentino”. Dicho Brasilero.
“Ojo la biblia es como una espada” Dieguito, un predicador Argentino en Uruguay.
Ponerle Sal al café, en lugar de azúcar, y que un mexicano te avise…
“Podemos parar un segundito a comprar un tinto”. Taxista de Bogotá.
“Siempre pensando en tequila”. Opinión de una venezolana para mi compadre Mexicano.
Gringo: viene de green go home… para que los estadounidenses (vestidos con algo verde) se fueran de México.
Palabras Colombianas: vaina, rumba, bacano, cuca, arepa, chimba, maluco, chévere… Y sigue ¿me ayudan?
¿Cuál es tu plan Alvarito? No tengo.
Entregar los 3 platos. Un taxista, mejor no averigüen que significa.
“Open your eyes” como se escribe a una bonitilla de EEUU que sabe hablar mejor el español que varios de nosotros…
El muy flojito tiene más productos de belleza que una mujer. No voy a decir de quien pinche cabron estoy hablando. Por respeto.
Hacer que un español no derroche su dinero… no tiene precio.
¡Cómo bailan las mujeres colombianas! No tiene precio.
Curso de supervivencia en Capital Federal por Fq.
“Nos encontramos a las 12 del mediodía. ¿A las doce hora europea o latina? Silvia, de Alemania. La más latina de todas.
¿Qué pasó Falcao? ¿Y qué pasó profe? Erick de EEUU. Más clara la tiene el muchacho este.
“El país de las oportunidades” Mi amigo Alexis de Perú. Y su opinión sobre Estados Unidos y la gran ayuda que le dio el país, luego de pasarla muy mal en Lima.
“Si no tenes dinero para que vienes” Masajista en Cartagena.
Ver el partido de Argentina contra Chile, tomar 3mil cervezas y tratar de ganarle a un colombiano que se tomó  7mil cervezas… no tiene precio.
Putear a los colombianos por no bancar a Radamel Falcao y después festejarle el gol en la cara… muy riesgoso.
“El destino” para Miguel el Tano de Santa Marta. Para mi madre: “Lo barato te sale caro”.

Juntar palabras y compararlas con una obra maestra de Julio Cortázar, es no tener vergüenza.
La palabra Interesante, cosita, triste y delicado. De mi amiga Umber.
Que todo la disco cante “Vamos nene”…
“Treintiochooooo”.
Tener ganas de tomar un Fernet y que caigan 4 individuos de Bariloche, te adopten como un hermano más pequeño, y te conviden de esa bebida… no tiene precio.
“Son todas, pero tooooodas…”
¿Quién sos vos? ¿Y qué hiciste con Alvaro?
Curso de tucumano básico en capital federal por el profesor Juancho.


Entrá aquí si te quieres reir de payasadas

miércoles, 26 de octubre de 2011

Más de 30 en Colombia




Y pasó un mes. Un mes que parecía una eternidad y que me quedó corto. Un mes lleno de experiencia de todo tipo, un mes lleno de olores, colores, sensaciones, sabores, música. Un mes lleno de personas con historias, con mundos, con voces.
Podría llegar a animarme a describir a las personas colombianas con dos palabras: Sencillez y amabilidad. Tener o no dinero no cambia el trato, a todos por igual; y con una gracia, una pasión solo por ayudar y sin pedir nada a cambio.
Ud no puede dejar de conocer Colombia. Su naturaleza te invade, su gente te compra, sus mujeres bue… para que decir. El slogan del país es: “Colombia, El riesgo es que te quieras quedar”. Más verdadero imposible.

Solo agradecer a todas las personas que tuve la suerte, la dicha de conocer a lo largo de todo este mes. Todas las personas Colombianas y a la gran masa de extranjeros.
Yo, fleco. Si alguno se pregunta por qué hasta el momento no hablé en todo el viaje sobre el tema drogas o guerrilla es porque no lo viví, no tuve la sensación. ¿Si me ofrecieron drogas durante el viaje? Sí, en un mes 3 veces. A la vuelta de tu casa ya te ofrecieron más veces.
Chau Colombia: Gracias, solo espero poder volver.

Autopista del Sur: De Santa Marta a Bogotá






“Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa…”
¡Qué falta de respeto para Julio Cortázar! ¿No? Cualquier parecido a la realidad no es pura imaginación mía.
Yo no me quería ir de Colombia y Colombia me ayudaba a quedarme -por la fuerza-. La odisea de mi viaje comienza a las 16 horas. Desde la costa del país (Santa Marta) hasta la capital (Bogotá). Este viaje normalmente dura aproximadamente 18 horitas, con mucho cariño.
Luego de las primeras 2 horas de viaje me desperté en un peaje, vi que las personas comenzaron a bajar. Ya estaba oscuro, y una voz me despabiló por completo: “El camino está cerrado, no saben si lo van a abrir de nuevo”. Bueno, en realidad el chofer no dijo eso -literalmente- pero queda bien algo así.
En la ruta la situación era esta: Estaban los Costa Line, la ambulancia, los del camión, los vendedores de tinto (si Ud. leyó alguna nota mía sabrá que significa), los atrevidos motociclistas, nosotros (Copetron I) y los llegados al último Copetron II.
La parada del peaje era nuestra frontera en llamas, nadie podía atreverse a cruzarla. Solo los valientes caballeros en sus eternas motos podían hacerlo. Traer noticias era lo primordial. Y nunca eran buenas.
Los rumores parecían extirpados de la boca de Jorge Rial y compañía, la ansiedad y la duda nos manejaba fácilmente.  Perder el avión de regreso a Argentina ya no importaba a esa altura. Los del tinto eran los que contaban con la información verdadera, sus pronósticos eran pan y circo. Los vendedores ambulantes manipulaban el mercado y los precios.
Hacer miga con los del camión me hizo entender más la realidad colombiana, pero perdí terreno con mi familia del Copetron I. Tenía que conocerlos y que ellos me conozcan a mí, eran mi familia después de todo.
Caí en el embrujo camionero y su charla. Adivinaron que era Comunicador Social (muy feliz) y casi decido cambiar mi rumbo. Fui fuerte y de pronto se hizo la luz: El camino despejado, pero no por mucho tiempo.
En la tranquilidad de la mañana, un pueblo llamado Honda sería nuestra segunda gran parada. Dentro de la familia, yo hacía el papel de hermano menor de Patricia. Compañera de espíritu viajero; papá de una niñita de nombre Linda y esposo de su madre. Pero éramos esposos cama separada. Ella estaba en un asiento de atrás y yo en uno de adelante. El chofer, el tío borracho.


En honda fueron 6 horas entre charlas, comidas familiares, juegos con mi niña y alguna que otra cervecita. Esperar y esperar hasta que el semáforo se puso en verde.
Bogotá: luego de 28 horas de viaje. A tiempo para tomar mí vuelo para llegar a destino ¿llegar a destino?

jueves, 20 de octubre de 2011

Encontré el paraíso en Santa Marta: Parque Nacional Tayrona.


Luego del pico de stress de la hermosa Cartagena necesitaba un spa lo más pronto posible. Y lo encontré, a la orden.

Otra vez la naturaleza y su pintor me devuelven una cachetada perfecta: Parque Nacional Tayrona.

Este increíble parque tiene una gran diversidad de flora y fauna. Sumale a esto montaña, playa y mar. ¿Cómo te quedó el ojo?

Visité el parque dos veces. Si a veces hay que ver para creer, otras hay que ver dos veces para creerlo de a de veras, como diría el chavo.

Primera. Caminar con mi compadre mexicano por muchas horas. Barro o lodo en todas partes por tomar el camino (in) adecuado de los caballos. Ensopado de transpiración y al fin: El paraíso.


Segunda. Acompañado de muchas extranjeras bonitillas. Buseta para acortar el trayecto. Camino de humanos. Canchero de conocer el clima y de guía turístico. Poca transpiración y al fin: El paraíso.

El agua, la lluvia, sus gotas. La montaña, su verde. La tierra, hormigas, la playa y su arena. Palmeras, sus cocos. El cielo y sus nubes. El sol, su fuego. El vendedor ambulante y su 
cerveza. El viento… que se lleve los mosquitos.

Dormir en una hamaca fue un tanto “interesante” como dicen muchos extranjeros. Totalmente recomendado, con el off en mano como si fuera un film del lejano oeste. Dormí 
si podes.






En Santa Marta quería quedarme a trabajar en el hostel del Tano Miguel, pero el destino y la empresa de avión no me dejaron. ¿Será que Alvarito no está en casa?
¿Quién dijo qué es fácil llegar al paraíso? Hay que portarse muy bien y tomar siempre el camino adecuado.



domingo, 16 de octubre de 2011

Cartagena: Azota la calor compadre


“Si no tienes dinero para que vienes”. Esas palabras podrían haber sido expresadas por un recepcionista de un hotel 5 estrellas en Dubai, pero salieron de la boca de una amable masajista por la -tan Bristol Beach-  de Cartagena. Literalmente echado.

El calor, el sueño, el peso de la mochila y treinta y cinco mil vendedores ambulantes son una combinación que pueden llegar a alterar el sentido del humor de cualquier persona normal, y en mi caso no hubo excepción.

Toda amurallada. Esta city colombiana tiene la particularidad de tener todo el centro histórico amurallado. Cual Berlín en viejos tiempos. Pero no tema, usted puede pasar para el otro lado de la serpiente sin ningún problema, si es que logra vulnerar a los comerciantes.

Durante la colonia española Cartagena o Cartagena de Indias tuvo una vital importancia gracias a su puerto. Desde hace mucho la magia está en el turismo de día y en la profesión más vieja del mundo de noche. Que conste que cuando la luna aparecía yo ya estaba durmiendo.

Poder ir a la terminal de bus y tratar de escapar de Cartagena fue una prueba complicada. Este amoroso viaje de despedida tuvo una demora de 2 horas y 45 minutos. Dos horas más de lo previsto.  Al parecer tomar el transporte del lado equivocado incluye un paseo gratis por toda la ciudad: dos veces.

Dos pequeñas de 3 o 4 años sentadas en el asiento de adelante con su madre jugaban con sus trenzas de pelo. De pronto una fila de militares detienen la buseta donde viajaba. El chofer muestra un papel y avanzamos nuevamente. Las pequeñas sacan sus manitos por la ventanilla y chocan los 5 (give me five) con todos los militares armados. Estos comparten la broma y uno por uno esbozan una sonrisa.



Para algunos sitios hay que estar más preparados física y psicológicamente que para otros. Siempre hay revancha para volver y tener una mirada distinta sobre el lugar. Acepto el reto, si es que la masajista me deja volver. 


sábado, 8 de octubre de 2011

Medellín: dificil de irse


“Sabían sin ponerse de acuerdo que venían a quedarse para siempre”. El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez.

Desde la Terminal al hostal -vía taxi- me atrapó. Las ciudades no son mi fuerte, pero Medellín me encantó. Un ambiente especial se respira. Difícil de explicar.

Cuando estaba por guardar mi mochilota dos individuos de Costa Rica me preguntaron cuántos días me iba a quedar a lo que respondí que calculaba que 2 días o 3 quizás. Sus risas fueron más que suficiente.

La zona donde mi cuerpo dormía se llama El Poblado, la burbuja para mí. Esa no es la Colombia verdadera, pero me gustó más de la cuenta. Muchos bares alrededor y mucha rumba todas las noches. Aguardiente de anís.




Afuera de la burbuja estaba la otra historia. Cuna del polémico Pablo Escobar, es una ciudad muy ordenada. La zona pobre que cubre todos los cerros cercanos también, la pude recorrer desde los aires del teleférico y en comparación con muchas villas de Argentina, se puede caminar por ella. No hay pasajes ni callejones. Igual no hice el intento.

Mucho verde y el tránsito un poco menos loco que en las otras partes. Se siente que es el momento de mucha inversión económica para Medellín, luego de haber solucionado parcialmente el problema del narcotráfico de épocas anteriores.


                                                             Asado con el Griego

Las mujeres de esta ciudad son muy osadas al bailar y más aun con el Ballenato o el reggaetón. No voy a volver a contarles a Uds. que nunca vi en mi vida tantas curvas femeninas como aquí. Es cuestión de mirarlo con sus propios ojos.

Muchas personas de distintos países se sumaron a una nueva ensalada donde participaron: USA, Alemania, México, Canadá, Perú, Grecia, entre otros y por supuesto con el sabor de muchos colombianos. 

Fue difícil, pero con la promesa de algún día regresar me fui. ¿Promesa de amor de verano?

Medellín: difícil de irse