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domingo, 6 de abril de 2014

Para mí, el corpiño

 
“Corpiños en la valla del final de acción” - Babasónicos - El baile de Odín.
 
 
Las hojas del otoño nos avisan que el verano ha muerto. Y con ello todas nuestras expectativas visuales, pero no podemos olvidarnos de lo que pasó. Porque Daddy Yankee no tuvo razón en su canción.
Una moda, que no sabemos si será pasajera, se adueñó de la pasarela de las calles mostrando una polémica postal ante nuestros ojos: mujeres sin corpiño. ¿Lo habían notado?
El calor lleva al sector femenino a usar cada vez menos ropa, algo natural, pero estos meses del calendario nos enseñaron que la ropa interior, tan valorizada en el mundo, puede ser olvidada intencionalmente en el cajón de la mesita de luz o sobre la cama.
Eva fue la primera mujer que salió sin corpiño de su casa y también fue la primera en ponerse dos hojas de parra para cubrirse ambas mamas. Sinvergüenza. Toda dualidad de culpas que tengamos en nuestro interior tiene que ser dedicada a ella: la famosa minita de la manzana.
Todo un paradigma corre peligro. Los primeros afectados son los maestros en el arte de desprender corpiños que mantienen sus tácticas ancestrales enseñadas de generación en generación. Y por el lado comercial, tenemos a modelos que quedarían sin trabajo, callcenter de sprayette con desempleados, fábricas de algodón que cerrarían y al vendedor callejero de breteles de silicona, a un peso, pidiendo un plan trabajar.
 
Ante semejante presión y especulación corporativa no quedó otra alternativa que salir (desde el celular) a realizar una consulta popular sobre la temática y, llamativamente, el panorama es más profundo, contradictorio e intrigante de lo imaginado.

 
Comenzamos con Belén (26) porteña de naturaleza y rompe la pregunta con una clasificación muy precisa: “hay dos tipos de mujeres que no usan corpiños; las que tienen las tetas hechas y las que tienen las tetas muy chicas. Éstas últimas, para mí, son las típicas hippies que se hacen las Yoko Ono y dicen que es ´progre´. Ando en bicicleta y no uso corpiño”.

Seguimos por un lado poético cubierto de tintes inocentes y encaje transparente. Iteraria (25) es fans del sostén y apoya la indumentaria con frases para tener en cuenta: “Toda la seguridad se me cae junto con el corpiño. Que me saque (o me deje sacar) el corpiño es una re señal de amor. Cuidado, que junto con el corpiño me desprendes el corazón”. A copiar y pegar en el face. Me gusta.
 
 
 
“Para mí, es una cuestión cultural. Uno usa corpiño porque es lo que nos han enseñado. Cuando hace calor siempre que puedo (si la remera me lo permite) no uso corpiño. Es una prenda incómoda, pero que cumple una función deseada. Y ahí comienza todo”.  Y hasta ahí puedo publicar, en realidad, la opinión de Fer (25), el resto es secreto profesional.
 
Algún buen muchacho también quiso dar su aporte a la temática: “estoy en contra solamente a la hora del sexo, para algunos se nos complica el tema de desprender la trabita esa, pero si estoy a favor a la hora de un buen corpiño con encaje y más si tiene pocas tetas”.  Javo, las mil y una noches.
 
Para ver el record ingresá aquí: Record Guinness (corpiños).
 
Éste periodista tuvo que tomarse el gran trabajo de buscar una modelo para poder tener una opinión más calificada(?). Y la encontró en Sharon Zelaya (21). Detrás de su magnífica cabellera rubia y sonrisa tamaño familiar aclara: “Es algo sumamente personal, pero si bien depende del vestuario un sostén puede arruinar una prenda”. Y ante la duda, no duda en sus palabras: “¡Prefiero no usar!”.
 
 
Y si el mundo te da la espalda, no le hagas caso. Lu (25) nos explica el rol que cumple “el tamaño de la espalda y el peso, fundamentalmente, son LO TODO a la hora de determinar el talle del corpiño. Es decir, subís 2 kg y son 2 kg de tetas, equivale a un talle más de corpiño”. Inflación pura #PreciosCuidados.

Rosario es la ciudad Argentina con más astronautas mujeres del país. Y queda claro con Vir (28): “soy pro corpiño. Me siento incómoda cuando no lo uso. Yo lo veo más como una herramienta contra la gravedad. Ayudan a que la piel no se estire tanto y no te lleguen a la cintura”. Neil Armstrong, chocho.
 
De piel tostada, pelo corto, curvas para recorrerlas en un triciclo y flaquita para quebrarla de un abrazo. Rihanna (26) también quiso meter la cuchara en la temática: “si me pongo una remera no uso corpiño. Si uso corpiño no me pongo nada más arriba”. Atrevida la morena.
 
 
Es toda una cuestión de tamaño, según parece confirmar Pau (29): “el no uso de corpiño es para la que somos chatas. Para mí es libertad, para ellas no. Excepto que tengas remera blanca, hay que decirle NO al corpiño”. Catamarqueña y ante mis dos ojos no tiene nada de chata.
 

“Hay tetas y tetas. Hay tetas que podes usarlas con cualquier remera sin corpiño y otras tetas que, bueno, a veces tenemos que ponernos si o si  corpiño. Igual depende la temperatura ¿no?”. Si les cuento que Jimena (23)  viene del sur y que el frío es su hábitat normal, nos puede hacer disparar un poco los pensamientos, pero mejor sigamos.
 
Lili (33) viene del Norte de Santander (Colombia) y lo femenino no es un simple detalle menor: “es una cuestión de generaciones y culturas. Las viejas y las pibitas no usan porque a  las primeras se les olvida ponérselo y las segundas por rebeldía. Las abuelas no usan y son gigantes las bailarinas. Y libres”. No entendí bien que me quiso decir, pero el fragmento de las bailarinas estuvo mentalmente gracioso.
 
 
Ann (23) encantadora por donde la miren, pero ¡ojo!, su hobbie es el boxeo. La leemos: “Sin ese accesorio tan bendito creo que nos sentimos libres, como uds durmiendo en boxer. Sin embargo, forma parte de una sensualidad que puede hacerte sentir la más sexy del mundo. Más aún cuando estás acompañada”. Golpe al mentón de la ilusión.
 
La entrevistada Silvia (+55) dispara preguntas que no puedo responder: “¿Dónde quedó el maravilloso striptease de Demi Moore? ¿El escote de Marilyn?  ¿Y las lolas prohibidas y auténticas de Isabel Sarli?”. Y también agrega por las dudas: “Ojo, yo también anduve por la vida sin corpiño, pero no se notaba. Lo que pasa es que te sentís más libre”. Muchos datos innecesarios, para el interés real de la nota, teniendo en cuenta que esa señora es mi madre. Turno al psicólogo.
 
 
 El andar felino muestra signos de libertad en un subir y bajar repentino con vaivenes que inducen a un cabeceo simbólico. El tamaño importa, el relleno también. Algunas tendrán abundante y en posición ascendente y turgente. Otras, como El Rojo, están en descenso. El tiempo hace estragos. En el barrio si están firmes se les dice palito.

La numerología es la ciencia que estudia los números (entre otras cosas, quizás) y nos dice que en todas partes del mundo, desde hace 100 años que Mary Phelps Jacob inventó el corpiño, el número perfecto al que todas aspiran es el 90. Ese es el talle que quieren tener y que está impuesto. Menos en tierra de Botero.
 
 
La libertad es lo que ansía el hombre de todos los tiempos. Ellas, con llegar a casa y sacarse  el brasier están tocando el cielo con las manos. Esta nueva moda parece ser otro indicio de lucha contra la opresión y autoridad que ellas mismas se imponen y que nosotros no entramos en tema. Lo importante es siempre fijarse en lo de adentro. Del corpiño.
  
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Voz en off.
 
-Yo no tengo la culpa, sólo tengo las tetas.
-Menos de 95 nunca no está usando. Excepto que sea torta.
-Defenestrarlos.
-Se le re marcan los timbres porque la silicona es fría.
-Tetas en la garganta o en el pupo.
-Un año y medio de lactancia. Se arruinan los corpiños.
-No salgo de mi casa sin corpiño desde los 9 años.
-Los breteles desmontables son un invento del diablo.
-El Corpiño deportivo es muy cómodo.
-De talle 95 para arriba, el corpiño es una cuestión vital.
-Me gusta usar corpiño y les tengo fobia a los bichos, a las alturas y las tetas caídas.
-Yo tetas no tengo, pero soy pro tema.
-Hay una cuestión de querer caretearla con el no uso corpiño. Y en realidad si se usa. No todas las que dicen no usan, tiran show, como vos.
-Llegar a tu casa y sentir la libertad del campo no tiene precio.
-Los corpiños se miden de 5 en 5. Dedos.
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Esta investigación se basó en preguntas y respuestas por Twitter. Además de audios del Whatsapp. El periodista nunca salió de su casa para entrevistar.
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

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