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viernes, 18 de julio de 2014

Venezuela arrechísima

Caracas es la segunda ciudad más peligrosa del planeta con una tasa de 134 homicidios por cada 100 mil habitantes.

¿O quizás tuve suerte en este viaje?
Mis notas tratan de reflejar siempre alguna aventura nueva. En el capítulo de hoy voy a intentar relatar con palabras lo que mis sentidos llegaron a percibir en mi último viaje. Mayo del corriente año, antes del mundial de fútbol.
Desde fines del año pasado y a principios de 2014 tenía el capricho de poder cruzar el charco y conocer la tierra de mi abuelo, esa que le dicen la madre patria. Y ya que andaba por ahí, pasar unas cuantas fronteras. La zona roja también.
El tiempo fue mi peor enemigo. Pocos días para tanto y rápidamente decidí cambiar mi destino. Aquí, un poco más cerca. Los lugares son infinitos, pero había un país que me faltaba en Sudamérica (Suramérica) y que no podía dejar pasar la posibilidad. Ni tampoco la gran oferta que había en el costo del pasaje en avión.

Venezuela. Si, ¿por qué no? ya había caminado por suelos de Bolivia, Perú, Brasil, Ecuador, Uruguay, Chile y Colombia. Me faltaba seguir un poco más arriba. ¿Por qué no? me volvía a preguntar.
Preguntar opiniones fue mi gran error apenas saqué el boleto. A toda persona que compartía el lugar elegido su respuesta era totalmente negativa. ¿Justo ahora? ¿No ves lo que pasa en la televisión? ¿Viste los secuestros, los robos, lo inseguro que es? ¿Estás loco? Y mil maneras de "cuidarme" era lo que recibía como consejos.
Será que con los años me estoy volviendo más terco que con cada una de esas ignorantes acusaciones más ganas me daban de tocar tierra Venezolana y comprobar un poco de que se trataba todo eso que veíamos sentados frente al tele.
Hablo de ignorantes por el desconocimiento. Por hablar leyendo una sola cara, una porción de la realidad. Una parte de un todo que es diferente. Opinar de un lugar a miles de kilómetros sin conocerlo es realmente algo que no logro entender, pero tomé todas esas preguntas del mejor modo.

Es vital para poder pensar en Venezuela tres temas fundamentales: petróleo, dólar y mala fama.
El primero es el petróleo. Recuerdo aquella Copa América del año 2007 disputada en Venezuela, que periodistas Argentinos comparaban los precios del agua con el del petróleo. En ese momento me sonaba ilógico. ¿Cómo una botella de agua puede ser más cara que cargar nafta?
Apenas respiré aire caraqueño comprendí todo este tema. El petróleo está subsidiado completamente por parte del estado. Uno llena el tanque de nafta con monedas. Increíble, pero cierto. Dame un paquete de galletas, y con el vuelto llename el tanque, campeón.
Esta liquidez económica que provee la exportación del petróleo hace que el estado importe todo tipo de productos. La industria nacional no forma parte del calendario y lo que se consume en el día a día es ”made in afuera”. Cualquier parecido a nuestra década del 90 es pura casualidad.
Ahora analizar si está mal que el estado subsidie todo el líquido negro, que no se apueste al mercado del país y que el precio del combustible sea tan mínimo es otro cantar, otro tipo de discusión. Algo de ellos, que verdaderamente no es problema nuestro ¿no?

El segundo tema importante es el dólar. Los argentinos vivimos acostumbrados a pensar en verde. Verde dólar. Y ese pensamiento hace que el dólar siga teniendo forma y que estemos muy atentos a su cotización, lo buscamos en todos los medios, como sube, como baja. Y menea así. 
En la mesa al almorzar o al cenar es un punto de discusión. En Venezuela pasa algo similar, pero muy exagerado en cifras.
Hay distintos tipos de dólares, para las grandes empresas, para el que viaja y para el que quiere hacer negocios negros. El popular paralelo o blue, como le decimos de cariño. La diferencia entre el dólar oficial y este último es muy amplia, lo que causa que la moneda se sacuda y la especulación de algunos afecte a todos.

Mala fama es un grupo de cumbia que sonaba en todas las bailantas en los años 90. Poco tiene que ver con la fama internacional que tiene Venezuela a nivel mundial. Intentar comprar un libro de turismo que sea especializado en el país es casi imposible. Encontrar recomendaciones positivas (dejando de lado Las Islas Margaritas y Los Roques) es una misión de horas de navegación en Internet.
Y esa fama exterior está impregnada en el interior del país. En Caracas no se puede respirar porque es peligroso. Olvídense de caminar, tomar el metro, un taxi. El día no tiene noche. Todo se parece a un toque de queda pactado por la sociedad. ¿Es todo esto real?
Tuve la gracia divina de estar casi diez días en la capital. Pude caminar con mi cámara de fotos, mi bermuda y mis medias con zapatillas. Conocí un poco de la noche, cosas turísticas, barrios. Me subí al metro, a las busetas y, si no le cuentan a nadie, me tomé un taxi también.

Habiendo dejado un poco claro mi forma de entender al país, es ahora más fácil contarles sobre lo que pude conocer de este gran lugar.


Caracas, ese hermoso kilombo.
El aeropuerto queda arriba. La ciudad queda abajo. Una montaña (poblada de casas y construcciones) atraviesa toda la capital Caraqueña, se llama El Ávila. Ese monstruo que puede verse desde cualquier punto donde uno se encuentre, te da un mapa natural para saber dónde queda el norte. Por si estás perdido.
¿Quizás tuve suerte? Sí, cuando les digo sobre esa montaña que traspasa todo el contexto urbano, tuve el destino de hacer una excursión y caminarla. Recorrer todos sus climas internos y hasta tener un guía y un grupo que me alimentaba.



Hay distintos monumentos distribuidos por la ciudad que te envuelven la cabeza por las dimensiones que tienen. Enormes obras decoran el centro histórico y otras partes. El poder del estado queda muy bien expresado. Propagandas políticas con la cara de Hugo Chavez y de Nicolás Maduro bañan cada centímetro de espacio público.
Hablar del caos vehicular ya es algo muy gastado en todas las capitales del continente. Ahora imaginen que lo que hace andar a esos carros no tiene costo alguno ¿Lindo no? Por suerte existe un transporte público que te da la posibilidad de eliminar las bocinas y los semáforos, por un rato.
El metro de Caracas cubre una extensión importante y sigue en crecimiento. El estado lo subsidia, entonces el costo es muy bajo y accesible a todos. Las horas pico no son recomendadas cuando llevas cargando contigo una mochila con 15 kilos en la espalda. Estamos trabajando.

Poco turística. El desarrollo del turismo no está focalizado en la capital, lo que me llamó la atención mucho. O Mejor dicho, lo que hizo que yo llame mucho la atención por mi apariencia de extranjero. No es normal cruzarte con gringos ni ver un centro de atención o informes al turista.
¿Quizás tuve suerte? Sí, en el mismo tiempo que yo visitaba el país se desarrollaban los juegos suramericanos de playa “Vargas 2014”. Y tuve la atractiva posibilidad de ver un poco de rugby femenino y ver ganar a Argentina. Sin derrota digna.

La comida de Caracas es bastante variada por lo que pude picotear. Por una parte, y como en toda Latinoamérica, mucha fritura, pero por otra tiene una marcada influencia italiana y española. Bueno, ahora ya era chef el tipo.
Faltantes. Todos los días, por supuesto que antes del mundial, veíamos por los medios de comunicación el tema de alimentos básicos que faltaban en el país Bolivariano. Durante el tiempo que yo estuve en los supermercados se podía ver escases de leche y café. Cuando el súper traía estos productos las personas compraban de a cuatro paquetes (lo permitido) y la góndola se volvía a vaciar. Aclaro que si había papel higiénico.

Esta situación de faltantes, quizás casualmente, lo pude ver en Caracas, ya que alejándome un poco, a una hora, en dos encantadores pueblos, ubicados en direcciones opuestas, El Hatillo y Colonia Tovar (un mini pueblo Alemán) no sucedía este tipo de problemas.
El clima social, en la capital del país, no es bueno. Una forma de protesta en los barrios -con un mayor nivel económico- es quemar basura por las noches y cortar las calles, hasta que las autoridades apagan el fuego. Esta medida es repudiada por todos, incluso por los que no están de acuerdo con el gobierno actual.
Las extremas recomendaciones y la paranoia sobre horarios y lugares donde uno no debe acercarse son muy directas: todo, absolutamente todo, es peligroso e inseguro. Ese es el clima con el cual se van a chocar, más difícil que enterarse si va a llover o si esa temperatura perfecta de 25 grados sigue todo el año.
¿Quizás tuve suerte? Seguramente. Caracas tiene más que este poquito que les estoy contando y mucho más que se puede descubrir. Salir un poquito del all inclusive de Islas Margaritas y abrir los ojos por mérito propio. Conocer antes de hablar por hablar.


Los Roques, ahí me quiero casar.
Y para el final, para esos pocos que aún continúan leyendo este cuento tan largo, va lo más hermoso que pude conocer en mi vida. Un archipiélago lleno de playas. En el mapa lo pueden buscar como Los Roques, yo prefiero decirle El Edén. Bueno, el tipo fue a misa el domingo.
Una avioneta con lugar para transportar a un equipo de fútbol y su técnico toma vuelo y el continente queda lejos en minutos. Abrocharse o no los cinturones de seguridad pasa a ser un detalle mínimo, no hay espacio para una bonita azafata dando indicaciones o sirviendo un vaso de whisky.

Las imágenes desde el cielo son las mismas que las que hay en internet y en las revistas de turismo. Al descender (como Independiente) la realidad te hace cosquillas en brazos y piernas, el papel se vuelve verdad. No hay 3D que alcance.
Un pueblito, donde los Italianos descubrieron el negocio del turismo, con todas sus calles de arena y que las casas se convierten en posadas para dormir (cincuenta aproximadamente, no las conté). Una plaza, dos cajeros automáticos, tres mercaditos, dos licorerías, una panadería y una iglesia. Un puerto, un espacio para que aterricen las avionetas. Temporada baja y yo, ahí. El chico que publicó la foto en el face.

La gente como yo no gusta de los paquetes turísticos y cuando llega al destino tiene que empezar a buscar precios. Dado las dimensiones del terreno, caminando tres cuadras ya conseguí una habitación con cama matrimonial (por las dudas) con desayuno y cena. ¡Qué pena contigo que pagaste todo tan caro!
Distintas islas forman el archipiélago. Todas con nombres extraños que con el pasar de los días son tan familiares como pronunciables. Las excursiones se manejan y negocian en el puerto donde hay dos o tres líderes sindicales que manejan el transporte marítimo y se encargan de llenar y enviar las lanchas a un recorrido con paisajes memorables.

¿Quizás tuve suerte? Sí, seguramente. Los mismos días que estuve en este paraíso se realizó el encuentro Latinoamericano de Velas 2014. Cada país con su respectiva embarcación viajan por mares del continente y paran en algunos puntos específicos. Tuve el orgullo de poder ver, desde mar adentro, a nuestra hermosa Fragata Libertad, sacar la camiseta azul con la diez de Messi y que todos aplaudan. Algún show tenía que tirar.

Arena blanca, una sombrilla, una conservadora con hielo y alguna bebida refrescante. Quizás un ron. El mar cálido y transparente te presenta la libertad de su interior lleno de peces de mil formas y colores que solo animal planet puede mostrarte por televisión. Me animé a alquilar unas antiparras para jugar con los ojos bien abiertos. Mágico.


Arrechísima: En lenguaje juvenil, espectacular, sensacional. Dicho de una persona: Excitada por el apetito sexual. Según la Rae.es

Nada de este viaje podría haber resultado tan perfecto sin la ayuda de una amiga que me brindó no sólo la invitación a su país, sino también la libertad de conocerlo a mí manera. Todo lo  que rodea a esta mujer contagia energía positiva y yo fui un jugador de lujo en su circo.

La calidez humana del venezolano no me sorprendió, esperaba eso. Lo que sí me descolocó es lo lejos en el mapa que estamos y lo cercano y parecidos en tantos aspectos, el más marcado es el humor. La ironía y el sentido del chiste rápido tan similares al nuestro, con palabras distintas, pero con el mismo objetivo.
Habitual y ya casi un clásico, como en todos mis viajes mis compañeros de ruta siempre fueron parejas y yo el tercero en discordia. Venezuela no fue la excepción y aprendí a sacar fotos a enamorados de todas partes del mundo.
Destacable es el esfuerzo del pueblo venezolano que se caracteriza por ser muy trabajador. Es común tener dos trabajos. Pero más destacable todavía es el esfuerzo físico de las mujeres venezolanas para mantener su apariencia impecable.
¡Hasta los maniquí tienen enormes las tetas! Es impresionante la cantidad de mujeres con implantes mamarios en la ciudad de Caracas, no importa la raza ni la religión, está impuesto socialmente que desde chicas pasan por el quirófano para aumentar el tamaño de su corpiño. Nunca había visto algo así. Bueno, tampoco lo pude ver en vivo.
Un domingo en la playa me crucé a la dueña del hostel donde dormía, con la cual no había intercambiado más que saludos. Ella, con un vaso de ron en su mano derecha, me miró y me dijo:  "vos sos periodista ¿verdad? cuentale a la gente lo que ves. Lo que es". Y vine a hacer eso.
¿Quizás tuve suerte? Sí. Yo estuve en la segunda ciudad más peligrosa del mundo. Y viví para publicarlo.












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